En abril de 1999 más de 1200 reos fueron trasladados desde la ex penitenciaria del cerro Cárcel a una nueva prisión. El lugar, a cargo de la Intendencia Regional, se convirtió en un espacio abierto donde diversas agrupaciones artísticas se asentaron. De zancadilla en zancandilla, se fue armando un entramado político que llegó y acabó con la función: así comienza la promesa de un Parque Cultural. La historia es larga y los resultados poco influyentes. Pareciera que el espíritu de la prisión aún permanece, mientras los últimos acontecimientos dejan en evidencia el “zancadillismo” y las trampas políticas del saber cultural.